lunes, 7 de julio de 2008

Elvis Fuentes Comenta la Respuesta de Rosa Irigoyen

Comentando la Respuesta de Rosa Irigoyen

Querida Rosa:

Me alegra que una simple actualización de Beatriz en el blog de la
Carta Abierta haya resucitado este tema de discusión. Creo que
logramos recoger firmas de mucho peso en aquella ocasión, precisamente
de personas que, como señalas, tienen el poder y la experiencia para
influir decisivamente en el futuro del "MACabro"... Estoy convencido
de que podemos contar con esas personalidades el día que ese museo tan
necesario como lamentable inicie el camino hacia la tan esperada
reestructuración.

Por cierto, recuerdo ahora este apodo (MACabro) que me inventé para
una reseña sobre el Primer Premio del Certamen de Arte otorgado a
Edgar Rodríguez Luiggi, esposo de la entonces curadora en funciones.
Por cierto, Mario Alegre censuró dicha reseña, pues como probablemente
sabes, el Certamen estaba patrocinado por la Fundación Luis A. Ferré y
El Nuevo Día no iba a echar tierra sobre ese muerto. (No me atrevo a
patentar el apodo porque nada nuevo hay bajo el sol y no dudo que
alguien lo haya usado antes.)

Pero bueno, decía que recordé el apodo con la triste noticia del
despido de Brenda Torres. No creo que se trate de una simple reducción
de plantilla por falta de presupuesto. Aunque en cualquier caso el
asunto debiera ser aclarado por la propia Brenda, todo parece indicar
que se trata de una represalia. Recuerda que ella, siendo curadora en
funciones del MAC, decidió firmar la Carta Abierta. El asunto no es si
el título de curadora le queda grande o no, sino reconocer que tuvo el
coraje de firmar la Carta. Fue un gesto pueril el suyo, es cierto,
pero por ese mismo candor de reconocer que las cosas no van bien y
actuar, merece respeto.

Ahora bien, creo que el punto que señalas sobre la falta de funciones
curatoriales en el MAC es muy importante. Partiendo de aquí, pienso,
podría conducirse una primera reflexión sobre las repercuciones que
esta grave falla estructural tiene dentro de una institución
museística. Es decir, ¿cómo se afecta la coherencia de la política de
coleccionismo, del programa de investigaciones y exposiciones, o
incluso las iniciativas educativas y comunitarias, sin la presencia de
un departamento curatorial? ¿Se puede hablar de un museo profesional
sin contar con uno de los pilares que le dan sostén intelectual?

Y estos aspectos apuntan solamente al nivel intrainstitucional. En
relación con el mundo exterior, ¿acaso esta carencia no representa la
falta de interlocución efectiva con otras instituciones semejantes? En
otras palabras: ¿es posible que sin curador/a un museo establezca un
diálogo parejo con el circuito profesional análogo, compuesto por
otros museos, universidades, organizaciones e incluso personas
independientes, todas instancias que contribuyen al debate
contemporáneo sobre el arte?

En buena medida, podría decirse que la incapacidad del MAC para
establecer colaboraciones con instituciones internacionales de arte
contemporáneo se debe precisamente a la falta de un departamento
curatorial que entable una conversación utilizando el mismo lenguaje
que sus interlocutores. La Dra. María Emilia Somoza es la que lleva la
conversación del MAC y, como sabemos, ella no conoce ese lenguaje de
actualidad.

Creo que todos los que firmamos la Carta Abierta coincidimos en que la
Dra. Somoza es una persona honorable y merece nuestro reconocimiento
(los episodios MACabros son solo excepciones en muchos años de labor).
Sería irresponsable ignorar su enorme contribución a la escena del
arte puertorriqueño y nadie ha querido hacer eso porque la desmemoria
es el atajo más rápido al subdesarrollo intelectual.

Sin embargo, es hora de que esa contribución vaya más allá de la isla
y por eso es que firmamos la Carta Abierta. La manera de hacerlo es
convertir el MAC en una plataforma real de proyección internacional
para la producción plástica del patio, así como en una ventana hacia
el complejo panorama de las artes visuales contemporáneas, a la que se
puedan asomar todos. Para ello es necesaria la creación de una robusta
estructura institucional que pueda al mismo tiempo atraer a los "money
people with influence", como le llamas con indudable gracia, pero
manteniendo en claro los límites de funciones y poderes que cada cual
tiene dentro de dicha estructura. El MAPR, infestado por "money people
with influence" con otros intereses que ayudar a la institución --por
supuesto, no todos pueden catalogarse como tales, hay personas
genuinas allí--, es la prueba más irrefutable que los fondos no son
suficientes. Su ejecutoria, casi tan disfuncional como la del MAC, se
debe a la misma razón: la carencia de una estructura robusta y de un
departamento curatorial de primera. Solo recientemente y con timidez,
el MAPR parece dar pasos para resolver esa carencia, pues ha nombrado
un curador.

En Puerto Rico existen ya ciertas bases (experiencias y recursos
humanos) para comenzar una reflexión seria y sistemática sobre estos
temas. No obstante, como sucede con muchas cosas --por ejemplo, hace
poco con la crítica de arte--, escuchamos la queja de que no existen y
se opta por cerrar los ojos o se suele mirar hacia afuera. El Museo de
Arte de Ponce, probablemente sin parangón en toda la región de
Centroamérica y del Caribe, el Espacio 1414, una seria y refrescante
iniciativa privada, algunos museos de recintos de la UPR, aun sin los
fondos adecuados y con limitado impacto fuera de la comunidad
universitaria, y, en menor medida, la gestión de la Universidad del
Sagrado Corazón, ofrecen modelos diversos desde los cuales se puede
arrancar el debate.

Igualmente deberían someterse a debate otras instituciones tan
necesitadas de una reestructuración como el propio MAC. Pienso, por
ejemplo, en el Museo de las Américas en Ballajá, el Museo de Arte de
Caguas, la Casa del Libro, una de las joyas puertorriqueñas más
preciadas por su increible colección con el potencial de convertirse
en la institución de su tipo más importante de América Latina, así
como la Trienal Poli/Gráfica de San Juan, que se realiza desde el
Programa de Artes Plásticas del ICP, pero debiera conventirse en una
entidad independiente, al estilo de una fundación, si aspira a
sobrevivir a los vaivenes de la política. (Después de hacer campaña
prometiendo "fortalecerla", el inquilino actual de la Fortaleza
prácticamente se la quitó de encima, pues la pospuso hasta la
primavera de 2009, fuera del cuatrienio que le correspondía y
convirtiéndola en Quinquenal).

"En fin... el mar", como diría el poeta. Hay mucha tela para cortar.
Debemos aprovechar la oportunidad de la Carta Abierta para crear un
ambiente crítico --en el sentido de reflexión y debate, no de ataques
innecesarios-- que ponga sobre la mesa las múltiples cartas que se
juegan en el sistema institucional de las artes.

Un abrazo,

Elvis Fuentes
Historiador del arte (en funciones de Curador en El Museo del Barrio, NY)

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